martes, 9 de noviembre de 2010

Algunas alucinaciones

Como siempre la clase de matemáticas tenia que ser aburrida por naturaleza, no había nada que lo evitara, amenos que te sacaran, ocurriera un desastre o nuestro temperamento de adolescentes arruinara su clase, lo único que la hacia soportable para mi, era que podía pasarme la eternidad admirando a ese chico tan hermoso, de ojos color chocolate, piel color crema; tan lisa y suave, en la cual viviría hasta el fin de mis días, simplemente él era perfecto. No podía dejar de verlo explicar; en vez del profesor que no sabía nada.

Y aun no lograba concebir la idea de cómo lo contrataron, no creo que una de las preparatorias más cotizadas, contratara a el único maestro que no sabe ni cuanto es la raíz cuadrada de uno.

-Señorita McCarthy- dijo el profesor que de nada servia ahí- pude prestar atención a la explicación del joven Diego.

Me lo dijo solo para aparentar, claro que el estaba tratando de prestar algo de atención, mientras explicaban para ver si lograba aprender algo, y con eso impresionar a las personas, aunque no creo que lograra activar su cerebro; ya que su coeficiente intelectual daba con números negativos, lastima que no fueron positivos para que por lo menos nos lograra enseñar algo.

-Claro profesor – lo dije en un tono de burla, que su mente no logro a comprender; simplemente era un idiota.

Y la verdad es que lo que menos quería era saber de las matemáticas solo necesitaba concentrarme en ese ser mas perfecto para mi.

Di las gracias cuando se presento el cambio de clase, ya que era la última hora que me tocaba, para mi era perfecto por que me tocaba con mi maestra, no maestra; con una de mis amigas preferidas.

Aunque ya se que la diferencia de edades era mucha, no era importante ya que mis mejores amigos eran personas mucho más grandes que yo, lo que hacia que me incluyeran en el grupo de personas extrañas por mi forma de ser, claro que para mi no era de mucha importancia.

Lo único que me importaba en estos momentos de la vida, no eran las fiestas ni la popularidad e infinidad de cosas materiales que se supone debería de pensar, mi vida se enfocaba mas en mis estudios que en otra cosa, nunca he llevado una vida de popularidad, prefiero ser una desconocida y eso me recuerda que lo descubrí cuando iba en la secundaria, ya que me sentía mas a gusto leyendo que con personas, todos los que yo creía que les agradaba o algo por el estilo, se olvidaron de mi y aunque me deprimí, al final lo supere.

Hace poco menos de un mes descubrí cuanto me gustaba un chico que conocía desde que empecé la primaria, sorprendentemente siempre habíamos quedado en el mismo lugar de estudios y para que enfaticemos esto más, nunca nos han cambiado de grupo; existiendo cinco grupos forzosamente teníamos que quedar los dos en el mismo grupo.

-hola Clair- le dije dándole un beso en la mejilla.
-hola Alice- me contesto- ¿Cómo estas?
-bien-le conteste, ella era una gran influencia para mi, me agradaba por su forma de ser; y lo mejor era que la amistad se dio espontánea-y ¿tu como te encuentras?-le pregunte, de forma cortes.
-muy bien-contesto, con una sonrisa en los labios- ¿Qué te parece si dejamos a los demás haciendo algún trabajo y nos vamos a tomar un café?- sus ojos mostraban que debíamos ser rápidas ante esta decisión, para escapar por lo menos un rato del agobio de la vida.

-Parece una excelente idea- le conteste y entramos al salón, que estaba todo hecho un relajo, ya que en la esquina derecha del fondo, se estaba reuniendo una bolita de personas rodeando a un par de novios, los cuales estaban en posiciones no adecuadas para el momento y el lugar; en cuanto vieron que entramos casi por inercia todos llegaron a su lugar, esto lo hacían ya que Rose como maestra era muy respetada; tanto por sus logros, como por su forma de ser.

-Saquen todos su cuaderno- hablo en voz alta para llamar su atención- quiero que fundamenten las tres leyes de newton- dijo en forma autoritaria- y cuando acaben se pueden ir.

Lo que provoco gran alegría en los estudiantes ya que eso todos los sabían desde segundo de secundaria. Y la mayoría disfruta salir del lugar que lo aprisiona seis horas al día, estudiando cosas que no tienen sentido. Bueno algunas.

Después de contemplar el alboroto que formo la clase, salimos corriendo hacia el café al que siempre vamos, quedaba cerca, así que la táctica que se utilizaría era correr para que no nos encontrara el director.

Se sentía como con cada pisada que daba, la adrenalina subía y miraba a mi amiga, su expresión me decía que debería de correr más, por que al parecer alguien se acercaba y paresia ser el guardia, lo que hizo que aumentara el éxtasis, logro que se me ocurriera parar. Clair reacciono y fue a ver por que mi actitud de aparente resignación.

-¿estas bien?- pregunto, pero yo no lograba ubicar mi cuerpo, era como si perdiera la conciencia de mi ser, solo veía destellos de lo que ocurría a mi alrededor.

¡No podía ser otra vez! ¡¿Como es posible que volviera a caer inconciente?!

...

Al parecer la inconciencia duro pocos segundos, gran ventaja, ya que fue suficiente para causar la perfecta escusa para liberarnos de ese lugar tan deprimente.

Llego el guardia para observar lo que habia ocurrido unos segundos antes, al parecer su cara de bulldog, se modifico creando una extraña mueca que causo que tuviera que improvisar una tos para que no se notara la risa.

-¿se encuentra bien?-pregunto con cortesía, a lo que Clair respondió.
-Creo que debería llevarla a que tome un poco de aire-dijo con tono profesional-¿cree poder dispensarnos la hora?-pregunto, con una cara que demostraba lo que estaba haciendo, me ayudo a levantar y fingí un tambaleo para que pareciera un poco más creíble la historia recién inventada.
-si -respondió el guardia sin dudar- Pasen- dijo en el momento que abría las puertas para permitir nuestra salida.

En cuanto se cerraron las puertas salimos corriendo hacia una cafetería, para completar nuestro plan de huida, corrimos aproximadamente tres cuadras sin mirar atrás, la sensación de éxtasis volvió, literalmente volamos, y llegamos en cuatro minutos, tiempo record.

Escogimos la mesa de siempre, y Julián nos atendió, el era amigo mío, lo conocí cuando fui la ex mejor amiga de Natalia, que me presento a uno de sus amigos, que a su vez me presento a Julián, y en cuanto lo conocí nos hicimos muy buenos amigos; así que ya sabia lo que íbamos a pedir.

-Alice- me dijo Clair, con las mejillas rojas del ejercicio que habíamos hecho- que buena idea lo de fingir un desmayo, fue muy buena escusa.
-Si- fue la única respuesta que logro emitir mi boca, ya que volvía a tener mi clásico problema, que siempre me había atormentado toda la vida, es horrible que solo por enamorarte o cualquier sentimiento exagerado mi cerebro le diera por hacer algo así como un “apagado” temporal para registrar toda la información y todas esas cosas, como si fuera una computadora. La inconciencia no me sentaba bien, ya que provocaba que tuviera insomnio durante por lo menos una semana, y lo que mas deseaba ahora era soñar con aquel magnifico ángel, con el que había compartido mas de la mitad de mi vida, no se como describir a esa magnifica creatura, que tiene esos hermosos ojos cafés, que se ocultan detrás de esas gafas, en sus pómulos suavemente marcados y lisos, en su sonrisa que podía alegrar hasta el mas oscuro de mis días solo con dedicármela y hace poco descubrí lo firmes y fuertes que eran sus brazos que me abrazaron con ternura, su pecho perfectamente moldeado para reposar mis cabeza sobre él y al último deje sus labios aunque no fueran carnosos, tenían un color tan delicioso, en los cuales podrían quedar los míos toda la eternidad o hasta que desapareciera la raza humana, pero sabia que en algún lugar nos encantaríamos y seguiríamos juntos. Pero eso era solo un sueño lo que me hizo regresar a la realidad que me dolía.

-¿Cómo vas con tu madre?- pregunto Rose, ya que le contaba todos mis problemas y viceversa.
-Para serte honesta-le dije- no se como sigo viviendo con ellos.
-¿has pensado en mudarte?- me comento.
-No, ¿con quien me mudaría?-le conteste, aunque sí podría tener una opción, pero se encontraba muy lejos de aquí. Hasta Perú se encontraba mi madre adoptiva; como yo le decía a mi amiga Lisett.
-Si quieres podrías mudarte conmigo-me propuso, sabiendo que lo más seguro que yo dijera era que si-mis hijas están estudiando en el extranjero y mi esposo se va a ir a España por unos meses, justo los que quedan para que acabe el ciclo escolar-sonrió y yo la imite sabiendo ambas cual iba a ser el final de este asunto-así q voy a estar sola.
-Me parece una buena idea-dije, pero ¿Qué pretexto le pondria a mi madre para mudarme a la casa d mi maestra? Ya se me ocurrirá uno mientras debería relajarme, aunque sea solo una hora.
-Excelente, esto merece una celebración-concluyo sin mas.


Y después de platicar sobre todos los problemas que cada una enfrentaba y una pequeña discusión sobre una demanda que atacaba a Clair, nos dimos cuenta de que ella tenia que dirigirse a la Universidad para cumplir con las otras horas de trabajo y que yo tenia que dirigirme al trabajo.